El proceso de perfección de un masón es interminable
El término de
“jubilación” es un ejemplo ilustrativo sobre la dualidad de criterios, ya que
se presentan diferentes versiones a nivel etimológico. Algunos eruditos
determinan que el término proviene del latín “iubiliare” que quiere decir expresar
o gritar de alegría, pero otros versados en el tema determinan que el término
proviene del hebreo “Yobel” que se relaciona entre otras cosas con la
celebración que tenía lugar cuando los hombres cumplían 49 años de existencia y
entraban en una nueva fase en la vida, el cual se iniciaba con un toque de
trompeta que anunciaba que era el año de retirarse.
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Photo by Aaron Burden |
El concepto de jubilación se define como el cese del trabajo remunerado dentro del mercado laboral o profesional, para pasar a una etapa de descanso remunerado a una edad que es establecida por cada estado. En nuestra orden masónica no existe edad de jubilación, ya que el iniciado nunca terminará su trabajo masónico, y por lo tanto siempre estará inmerso en él, diferente a como acontece en la vida profana, ya que en ella al cumplir ciertos requisitos el hombre cesa su parte activa laboral, pero sigue recibiendo unos honorarios llamados pensión, que le permiten el seguir subsistiendo por el tiempo que dure su tránsito terrenal.
El hermano masón
conoce que su proceso de perfección es interminable y que a pesar de que el
paso de los años le facilitan el direccionarse y avanzar en él, nunca lo
logrará, y por ello siempre será un aprendiz en proceso de mejoramiento, pero
no tendrá cese de actividades masónicas, ya que cuando la edad o las
situaciones personales que realmente no le permitan asistir físicamente a los
trabajos, él como masón siempre seguirá en el camino de la perfección así este
alejado de los templos, ya que siempre será un iniciado que propenderá hasta el
final por ser un mejor ser humano.
Cuando el hermano masón comprende que su trabajo es interminable en el tiempo, realmente ha llegado a la verdadera maestría, ya que ha entendido que su misión como masón, que es la de trabajar indefinidamente por el progreso del género humano, para el cual se debe propender primero por el mejoramiento personal, para después si ser partícipe a nivel general de trabajar por un mundo mejor. Con gran alegría vemos que en todas las logias, siempre existen masones totalmente comprometidos con el trabajo masónico, asumiendo todo tipo de responsabilidades, y que además de hacer grandes esfuerzos para que su taller siempre siga vigente en el tiempo, en especial cuando dedican parte de su tiempo a apoyar a las nuevas columnas en su instrucción masónica y por lo tanto a que la logia cada día sea más grande y fuerte, así como para que ella sea un referente masónico en su oriente.
Tristemente también
vemos en casos excepcionales a hermanos masones que realmente nunca
comprendieron la misión de la masonería, ya que después de optar el grado de maestro
masón y de posiblemente haber sido elegido como venerable maestro y de terminar
su periodo en el liderazgo de su taller, dejan de asistir, porque piensan
erróneamente que su trabajo ha terminado, y que no es importante su presencia, ya
que según él, ya lo consiguió todo y a partir de ese momento pasa a pesar de
estar cotizando o no, a ser un masón inactivo en lo referente al trabajo
masónico, pero si dice con euforia que el sí es un masón de no sé cuántos años de maestría, cuando solo es de palabra, de banquetes y de celebraciones, ya que
cuando asiste a su logia ya no es conocido por los hermanos aprendices, compañeros y maestros
masones exaltados en los últimos años, quienes lo ven como un
visitante.
El reconocimiento
que si otorga la masonería a los hermanos de excelsa, extensa y continua
trayectoria en la orden, es el de honrarlos con el título de masón advitan,
título honorífico por los servicios prestados a
la orden y a su taller, además de que lo excluye de cotizar, pero nunca
podrá entenderse como una jubilación masónica, sino como un reconocimiento de
exaltación de honor a su sobresaliente trabajo y comprometimiento con la orden,
honor que usual y consuetudinariamente se otorga a masones que realmente se hayan
destacado en sus talleres por su trabajo masónico y comprometimiento con la
orden por más de 25 o más años ininterrumpidos de trabajo masónico y de ser
referentes y dignos maestros de sus
logias, y que con su dedicación y esfuerzo, hayan permitido conseguir grandes logros
masónicos al taller al cual pertenecen, lo cual conlleva irremediablemente a
que el título honorífico de masón advitan sea solo para masones de excelencia.
Como única
conclusión a lo escrito, son las mismas palabras con las que lo he titulado,
“El verdadero iniciado nunca se jubila como masón”.
P .·. V .·. M .·. LOGIA LUMEN No 14
Serenísima Gran Logia nacional de Colombia Cartagena
Especial para Escuela Masónica Carlos Aranza Castro